martes, 20 de junio de 2017

Verla

Temprano, corren las sábanas en un juego con mis pies. Firmes en el piso, movimientos rectos y curvos danzan por la casa en búsqueda del despertar. Telas gruesas en el cuerpo, lanas y demás. Cuesta abajo hacía planta baja llego a escuchar la pava que puso mi vieja, me hago un té y parto hacía mi destino. Vengo entre cantos en mi cabeza, entre esperanzas que so-matiza mi organismo y sigo. Llego. El abrazo de los compañeros y compañeras dentro de la Unidad Básica se combina con la yerba que tiene palos y el agua caliente de nuestro termo verde -y peligroso por sus chorros potentes que larga-. Siempre nadamos entre palabras, algún que otro chiste y miradas cómplices que buscan la misma idea de lo que será el transcurso del día, fructífero esperábamos.
Nos dirigimos al punto de concentración, esperamos a cientos de compañeros y compañeras para emprender -lo que luego de todo el recorrido- lo que llamamos "peregrinaje". Al juntarnos todas y todos, empezamos a caminar, subimos por la ruta que conecta a Barracas (barrio de CABA) con Avellaneda. Entre cantícos, pedidos, gritos, algún que otro abrazo de conocidos/as, un poco de esa discusión política que nunca falta y con la ansiedad de llegar a verla. Y sí, todo para verla y oírla.
Pensaba que peregrinaje es una palabra común en los vocablos eclesiásticos o de índole religiosa, sin embargo era algo parecido. Lo que conectan a la religión, el fútbol y los espacios políticos (o en sí el Peronismo) es eso, su gente. Las y los Peronistas sabemos de lo que somos capaces de hacer por ver a quien creemos lider nato de el Movimiento (más grande del occidente) que creemos nuestro y del que formamos parte. Es muy normal que no importa la distancia, el horario o el clima, cuando creemos que tenemos que estar; estamos. Y estuvimos, como solo nosotrxs sabemos estar.
Respetando una consigna clara, pero sabiendo que las banderas que llevamos en el pecho no se deshacen por lo llevarlas en la mano.
Al llegar a destino y con vagos intentos por ingresar donde se daría el reencuentro, con un grupo de compañeras y compañeros tomamos la decisión de sentarnos en el pasto y escucharla.
No podía parar de mirar a quiénes tocaban los bombos, esa mística característica. Y tampoco podía dejar de relojear a los grupos de militantes o familiares que se exhibían en ese espacio. Algunxs escuchaban por la radio, otrxs atentos a la pantalla, se abrazaban y hasta lagrimeaban juntxs. De algo estaba segura; unx no llora por un puesto, ni por la débil idea de una figura política, nosotrxs llorábamos porque lo sentíamos. Porque entre tantas diferencias entre todo el pueblo allí reunido siempre hay algo que une, y es la causa que tenemos por delante y el futuro que queremos para toda una masa poblacional y no nuestras individualidades que no son más ni menos que expresiones de tipo burguesas y sin empatía. Mientras la escuchaba podía sentir un leve resquemor y anhelo de volver a esos viejos recuerdos que alguna vez el presente disfrutó sin saberlo o hoy se quieren repetir, es muy usual ver la cara de otrxs tantxs y poder entender que el sentimiento es mutuo. Entre aplausos y dedos en V se pudo distinguir quiénes querían a este vano presente que no promete más que un futuro lleno de incertidumbres y temor más que esperanza.
Al finalizar. todxs lxs que estábamos viendo en una de las tres pantallas puestas por fuera del estadio, nos levantamos y comenzamos a cantar el himno, siempre con los dedos en V. Entre mates y cantitos se levanta la multitud a la que no le importó viajar no se sabe cuánto, caminar no se sabe cuánto y ni en qué condiciones. Esa multitud que un feriado va a escuchar cátedras políticas y no hundirse en el discurso vaciador de los medios hegemónicos de comunicación. Todo para verla a ella, que es esa esperanza de futuro que alguna vez nos construyó un presente más que valioso y duradero dentro de nuestros tiempos relativos. Quien logra convocar a toda una masa que no va para más ni menos que escuchar y de algún modo sentirse escuchado.

Ese es el valor que dejó el Peronismo, que el pueblo peronista siempre estará por encima de sus dirigentes y que éste elegirá a sus próximos. Que ese mismo pueblo es capas de marcar agenda a sus cuadros políticos, y es capas de siempre dar la batalla necesaria para sentar cabeza.


jueves, 1 de junio de 2017

Cómo se pueda.

Por la bombilla bajan las palabras
que nunca me atreví a decirte,
quizás sea el miedo o la vergüenza
o quizás el mate me quemó la lengua.

Agarro el mate de madera con fuerza
pensando que así tocaré tus labios,
solía ser el deseo de estremecerme
solía ser mi tibia mirada.

Nunca pude tener el agua a punto,
corrí por la vida perdiéndome
en malos tratos y promesas,
en cuentos y hazañas viejas.

Las suelas gastadas por el camino
los pasos que di se hicieron líneas
tan blanco se hizo el recorrido
que me enceguecí.

Por la memoria viajan hechos,
algunos que no recuerdo
otros que quisiera olvidar
y otros que no pienso contar.

Pude aprender a vivir con esto
con mis errores que me siguen,
cual sombra en una noche oscura
cual oscuridad a la soledad.

Agarro el mate, pongo la yerba
hundo la bombilla y cebo
nunca aprendí cómo hacerlo
pero lo hago, como puedo.