miércoles, 5 de octubre de 2016

Carta a mís errores.

CABA 17 de mayo del 2016.

A mi querida conciencia, que siempre me recuerda que me equivoqué.

¡Qué grande que estás!¿O estaremos más maduras, che? Puede ser, esto de que andemos reconociendo cada error o pequeño misterio sin resolver en mi cabeza es un poco complicado.
Es un poco difícil llevarnos bien, vos tan fría y yo tan ardiente. Suelo quemarme en mis sentimientos e ideas, suelo ser pasional y eso dificulta y problematiza mi vida en muchos sentidos, suele molestarme no poder controlar mis impulsos. Vos tan calculadora, tan cuadrada, tan áspera... siempre ahí viendo cuando me equivoco y si no lo hago, me recordarás que estuve a punto de hacerlo.
Aún así te agradezco la ayuda, esa que me despierta -aunque ciertas veces me descontente- estás para alarmarme de cada peligo, así por decirlo. Aún así, conciencia querida, te falta mucha calle, barrio y corazón. Quizás algún día nos llevemos bien, cuando entiendas que de la pasión nacen mis sueños, esos que se guardan en otro lado, un poquito más cálido.

El hombre de los veinte y cinco veranos /5

No logra dormir, lo tiene en sus párpados. No logra respirar, se posa en su nariz tan relajado.
Ya nu duerme, sueña con él todas sus noches. Quiere decirle algo, pero no sabe qué. Se bloquea.
El hombre de los veinte y cinco veranos se había marchado, pero algo de él le quedó. Teme, le teme.
Ni su aroma se fue, ni sus caricias. Ni la imagen de él, posando sus labios en sus mejillas. Ya no quiere ver por miedo a que deje de mirar, y sólo se quede con su cara, la misma que reflejaba sus ojos.
En sus comidas se atraviesa su nombre, o tiene su gusto. En la cena, ya no traga por miedo a que aparezca para no dejar avanzar la comida, y ni hablar cuando se baña....tiene temor a que la viera.
Él no se había ido, ella lo seguía esperando. En sus sueños, en sus comidas y en sus mismos días.
Sabe que volverá, pero no sabe como recibirlo.
Teme, le teme. Tiene un pedazo del corazón en la mano, y el otro guardado.
Por si se atreve a querer irse con él.

martes, 4 de octubre de 2016

Carta que nunca te dí.

Estoy escribiendo esto en el momento porque no se me ocurrió mejor idea que recibirte con algo del alma.
No niego estar nerviosa, bastante. Hace tiempo quería conocerte y que lindo que hoy si se de (obviando aquel error de hace unas semanas). Estoy realmente ansiosa, me muero por descubrirte un poquito más, y también -sin ir más lejos- abrazarte. ¿Qué locura no? Vernos parados en esta situación, ahora.
Preparé el equipo de mate, no sé si te gustarán los mates con unos cuantos yuyos... espero que sí.
Pensaba en que a ambos nos gusta Invisible y hoy me levanté escuchando "Elementales Leches" y de inmediato te me viniste a la cabeza, bueno, no tanto. Al no conocer tu rostro en persona, no puedo personificarte.
Me gustan las cartas de este tipo, casual. No dice mucho pero tampoco nada, al contrario más de lo que debería decir. A mí me gusta escribir, y me parece una manera linda de recibirte, más por el viaje.
Que cagada nuestra distancia, pero bueno ¡hoy te veo! Lo lindo de esto va a ser charlar, me parecés una persona muy interesante. Es cómica esta carta porque la vas a leer en el tren de camino a tu casa, y vas a entender un par de sensaciones que me rondaban antes de conocerte. Soy una bohemia, lo sé.
Son las 10:30 de la mañana, aún no te escribí por Facebook, sí... esto de no tener celular es complicado, pero sinceramente no lo necesito -al margen de nuestro error de aquella vez, ya me disculparé- estoy muy cómoda sin tanta tecnología.
Bueno, quiero despedirme para luego recibirte con un gran abrazo (y, si me dejás, besarte). Soy medio romanticona, me gusta la escencia de lo romántico. Espero por verte, y quererte un poco más.

Eso que nos deja.

Y no niego. No puedo negar que me cuesta dejarte ir, que me cuesta no verte más.
Y, pasa. A veces pasa ¿qué va a ser no? Es el ciclo de la vida; nacés, vivís, te enamorás y se van.
Me cuesta no ver las hojas de colore que me fascinan y siempre me llevan a la tranquilidad; naranja, marrón, colorado y ese café que ilumana mis mañanas al pisar las hojas de camino a la escuela.
Me va a costar mis tardes de lluvia, al lado de mi ventana viendo como caen las gotas, acompañada de un cigarro y un libro al pasar. El viento de aquellos días -o no tantos- que me volaba el flequillo y un poquito el corazón. Siempre me gustó escuchar a Spinetta en otoño, mi estación favorita.
No quiero que te vayas, las bufandas me sientan bien. Los swetters de colores que hacían juego al paisaje matinal me van a extrañar, olvidados en el placard. Mis mates calientes no quieren ser reemplazados por esos jugos fríos ¡no quieren, no! Ni olvidar los charquitos que dejaba la lluvia, volver a ser niña por un instante. Y sin ir más lejos, los abrazos en otoño son más bellos, más cálidos o uno a veces se excusa para abrazar. Los árboles desnudos, las noches frescas y esas siestas que te transportaban al confort.

En fin, no quiere que te vayas -aunque técnicamente ya lo hiciste- quiero que perdures y pueda disfrutarte.
Ah, me olvidé. En otoño también conocí al amor, de muchas maneras.
Quizás no quiero que te vayas porque me recordás a él, y a un poema de Cortázar.

Fin.

Borrar lo escrito,
como si no pasó,
ventana abierta.

Ni mil poemas,
acomodan el ardor,
de las palabras sueltas.

Tanto que decir,
mañanas de mates,
compartiéndonos.

Al aire corren,
los verbos del ayer,
los sentimientos de hoy.

¿Cómo fingir?
¿Cómo escapar?
¿Abandonando será?

Y decido irme,
sin decidir en realidad,
irme por la puerta.

Tirando la llave,
sin darme cuenta,
que no la cerré.

domingo, 2 de octubre de 2016

Torbellino.

Acostados, mirando el techo,
ese cielo gris que finjía vernos
desnudos, tocándonos siempre,
siempre queriendo un poco más.

Siendo uno, al ritmo de nuestro compás,
moviéndonos mientras nos sentíamos,
mientras nos desgarrábamos en la cama,
caíamos exhaustos, nos moríamos al besar.

Ese ritual sin fecha ni horario,
sin condición más que el amor,
más que nuestro "te quiero" final,
más que nuestra mirada triunfal.

Nuestras tardes en la cama,
tragos de café, mordidas dulces,
las lenguas enredándose,
como nuestro cuerpo.

Nuestra sed no nos dejaba hiur,
acariciabas mi pelo, deslizandote,
recorrías mi espalda con tus besos,
tocabas mis piernas, enredandose en vos.

Nuestra mirada nos absorvía en el deseo,
siempre tan juntos, siempre tan distantes,
nuestras miradas se ocupaban de desvestirnos,
nos penetraron cada noche...

cada tarde,
cada instante,
cada momento,
nuestro sexo era mirarnos,
era devorarnos con la mirada,
era amarnos viéndonos.

Mayo de hojas secas.

Otoño, dulce otoño,
me recuerda a vos,
a las hojas y al vino

Caigo en tu nombre,
en tu fecha y tu arona,
otoño, nubes y cigarro.

Beso en mate amargo,
esperanza en una Plaza,
mítica, mirándonos.

La caminata del domingo,
el sol que nos penetraba,
tu boca tan dulce.

Caminamos de la mano,
nos cubrimos de abrazos,
éramos nosotros.

Como buscarte en los recuerdos,
en la memoria que te encuentra,
y oscila olvidarte, pero te ama.




El hombre de los veinte y cinco veranos /4

Un nuevo día se acerca en las calles frías de Buenos Aires, domingo por la tarde y la lluvia de primavera que azota a los enamorados y algún que otro vagabundo que pide limosnas y algo de amor.
Él y su cabeza, él y su amor. ¡Cómo nos cuesta a veces ponerle fin a lo que nos hace bien! Ponemos fin a lo que nos genera bienestar por miedo a que se termine, por miedo a sumergirnos en esa sensación.
Su temor a amar no le permite ver su equivocación, quizás nunca amó y jamás se equivocó.
Retrocer y avanzar, esa era su cuestión . Su miedo le impedia avanzar, y se excusaba creyendo que lo mejor era dejar, dejarla, dejarse a él. Le gusta creer que dando un giro a su vida, pensando en sus responsabilidades -que no hace más que atarlo a ese infierno cruel- podrá olvidar. Él sabe que no es así.
No se oye, no se busca, no se siente. Le teme al conflicto, lo evita. Le teme a la guerra pero al final, la provoca.
En la tarde sombría decide abandonar(se), el aroma a té con miel y la figura del otoño con la hojas caídas se desvanecen de ella. Ya no escribe poemas, sólo haikus queriendo olvidar(lo).
La primavera prometedora desaparece, ocultandose bajo la lluvia fría que inunda los cuerpos de quiénes se atreven a salir, a vivir un poco más. La lluvia arrastra sus besos y los desplaza en una alcantarilla, los susurros de sus tardes de sexo se van con el viento, al igual que los "te quiero".
No quieren irse uno del otro, quieren vivir inmersos en sus sexos. Quieren volver a las cálidas tardes donde eran uno, donde ya no eran nadie. En cada parpadeo se disuelve la imagen de sus ojos, devorándose.
Ella busca su mirada en el recuerdo, él en el olvido.
Se siente invadido por ella, por quién en secreto -cuando la oberservaba- admiraba.
Aún así decidió irse, se acostó para acomodar sus ideas. Cuando se dio cuenta ya no estaba acostado, estaba nadando en un mar de sentimientos, solo que él no sabía nadar.

El hombre de los veinte y cinco veranos /3

Baja del tren, camina. Sigue su destino hasta el finde la estación, entre tantos camina. Recorre su camino como si fuese otro más, pero sabe que no. No es otro más porque alguien lo espera, porque alguien lo busca (porque se buscan). Sigue caminando hasta que llega al molinete, pasa. Ya está cerca, su entusiasmo se eleva, empieza a temblar. Siente por su cuerpo ese calor que lo invade, que lo desnuda y deja en perfecta transparencia para contemplar lo que sus ojos no pueden decir pero si expresar.
Llega a la salida de la estación, camina por una calle con ansias. Su cuerpo se mueve por si solo, no reconoce los movimientos que va llevando a cabo, es como si una fuerza exterior lo obligase a entusiasmarse más y a querer salir corriendo.
Desde lejos la ve, ella camina en dirección opuesta. Mientras se van acercando se miran, se sonrien, se quieren. Llegan a tocarse, se abrazan y su mundo se cierra y sólo gira entorno a ellos. Ya no importaba esa estrecha calle donde nadie pasaba por el tumulto de personas que pasaban a hora pico, ni importaba los comerciantes ambulantes, ni tampoco la vecina histérica por el calor o el barrendero harto de su larga jornada laboral... eran ellos, queriéndose en la espera.
Se toman la mano y buscan donde ocultarse de esta ciudad que sólo busca mostrar la intimidad de los apasionados y esconder las miserias de unos cuantos muertos. No dicen una palabra, sólo caminan. Buscan su lugar en la gran ciudad, buscan donde reposar, buscan donde encontrar su paz.
Deciden por una plaza cerca de la estación, aún así la ciudad se seguía sintiendo con sus autos largando su humo pesticida y los bocinazos de tarde. Se recuestan, no dicen una palabra. Se miran, se acarician.
El hombre de los veinte y cinco veranos la (ad)mira, la anhela, la desea. Ella también.
-Te quiero- dice, apasionado.
-Y yo a vos, más- responde intrigada.
Durante toda la tarde no hubo más conversación que esa, se levantan y vuelven a la estación. Él tenía que volver y ella irse. Se despiden con un largo beso; "paz es lo que encuentro con vos, entre tanta guerra"

sábado, 1 de octubre de 2016

Las relaciones en tiempos de tecnología.

Y, a veces me pongo insoportable con este "temita" del amor, pero me es imposible no hablarlo.
Menos ahora, estamos todos y todas hiper conectados y a la vez tan lejanos/as.
¿Nunca les pasó eso de querer romper todos los celulares y mandar a cagar a medio planeta? Porque a mi sí, o casi siempre me pasa. ¿Nunca estuvieron dentro de una conversación con sus amigos o amigas y hablaban más de los "me gusta" de una publicación de tal a tal que de lo lindo que es el cielo en otoño?
Pasa, pasa que pensamos que la tecnología nos sirve y nos acerca a quién le queremos caer o quien queremos estar. Pasa que nos infectamos de basura trilleada de amor vendido en una pantalla fría y sombría.
Últimamente no paro de escuchar frases -que ya hasta son típicas- en las cuales importa más el peso que puede tener una relación (ya sea de amistad, de pareja o lo que fuese) en una red social que en carne propia. Porque si éste te puso "me gusta" te tiene que entrar, o si no puso ella su relación con él en Facebook es "raro" ¿raro? Sí, raro. O si no subís una foto con tu pareja sos un/a anti, o tenés que publicarlo en todos lados posibles para que sea re contra visible que están muy feliz, o no ¡peor! Si no contestás un mensaje rápido, pero el quilombo que se te arma ni te cuento.
Y, lo veo en las parejas de mis amistades, porque convivo con esas cosas. Porque nos vale más lo que se diga por una red social, estamos alertas todo el tiempo que es lo que piensan de nosotrxs a lo que nosotrxs podemos dar cada día en nuestras vidas.
Y, a mí me rompe bastante los ovarios esto de la tecnología. Si bien no niego que nos facilita muchísimas cosas como la información al instante y mismo la conexión con otras personas, me es irritante que se haya perdido la magia del "face to face" (así, bien progre escrito). Esa mística de las tardes de mates, de música al aire libre y sin nada más que rostros contándose historias lejanas o futuras ¡o mismo creando sus propias historias! Generalment, o sólo a mí me pasa,que cuandome junto con mis amigos o amigas no se pueden despegar de sus celulares, no miran a las caras y tienen que estar conectados segundo a segundo por si se perdieron algún  chisme nuevo. Ya no sirven esas juntadas, porque al final no nos desconectamos más de estas mierdas que necesitan cargarse cada dos minutos.
La máquina superó al ser humano/a y ahora todxs dependemos de esas cajitas tecnológicas. El narcisismo toca la puerta de nuestras vidas como algo genial donde nos exponemos y necesitamos la aprovación de todo el mundo, y nunca faltan los y las moralitas del siglo XXI que cada paso en falso que dás están señalándote cual pecador/a. Ahora todo es rápido, es express. Todo se quiere ya, ahora y sin intereses. Queremos que las cosas sucedan en este momento para poder publicarlo en las redes sociales y que todxs lo veamos, porque necesitamos eso, exponernos un poco más. Quizás es la nueva cultura de la globalización o esta mierda de sistema que nos enseña a que tener un celular vale más que un libro.
Ponernos al servicio de la intimidad y creer que la privacidad del/la otro/a termina cuando nosotrxs queremos meternos en sus vidas, llenarnos de esos chismes y creernos dueños/as. Vivir en ese mundo virtual donde sos o no sos, donde las modas avanzan y nos ponen al servicio de la estupidez más placentera.
Y ni hablar de las batallas culturales que hay que hacer, poque no importa nada, se recrean chistes machistas o misóginos o mismos racistas en lo que todxs nos ponemos al tanto. Conocemos nuevas personas por redes sociales, charlamos, nos miramos en semejanza, conocemos, pero al fin y al cabo lo que cuenta es que no te haya clavado el visto en el querido whatts app. Nos volvemos consumistas de una realidad paralela de lo que somos y de lo que queremos ser, todo es más fácil detrás de un monitor o pantalla pero en la vida donde hay que pisar el pasto con los dedos de los pies... todo se diluye.

Por eso -esto llámese catarsis- creo que tenemos que terminar con ésta estupidez de las redes.
Mandarnos mensajes para saber como estamos es un detalle, entender al o la otrx cuando no tiene ganas de hablar y juntarnos a tomar una birra, tirar el celular a la mierda y abrazarnos en lo más profundo.


viernes, 26 de agosto de 2016

El hombre de los veinte y cinco veranos /2

Y ahí va, aquel hombre. Veinte y cinco veranos tiene encima el muchacho, cuantos inviernos crudos y otoños de soledad, ni hablar de las primavera de amor. Tiene un gran caminar, pero su andar es un poco extraño.
Tiene miedo, siempre en defensa de que el mundo lo toque. Siente la persecusión de la joven, esa chiquilina.
Sueña con un mundo mejor, pero su mundo ya lo descartó. Esperanzas tiene, pero no con el amor. Veinte y cinco veranos de desilusión, inviernos de frío corporal, otoños de lectura sin mirar y las primaveras que inspiraron algo de amor, quién sabe si llegó.
Pero éste hombre es peculiar, tiene su encanto. Sus palabras con claves, sus experiencias lo llevan a la soltura, y es por eso que quizás hable con tanta altura. No se siente joven, pero la vejez no le llegó, su juventud la tiene en todo su amor. Su mirada baja cuenta más que sus historias, su boca esconde muchos secretos. El sexo lo atrae, no lo admite pero es un galán. Conquista mediante sus palabras, lo demás se descubre en sus encantos. Los orgasmos los consigue con sus oraciones, no necesita más que eso.
Aún así no sabe si es feliz, le teme a los problemas pero más teme no tenerlos. Y cuando cree que no tiene problemas, aparece. La joven ronda por su cabeza, baja por su oreja y se posa en su boca.
El recuerdo de la noche lo atormenta, no olvida la conexión de sus cuerpos. Se siente en ella, se siene con ella. Odia las sensaciones que no puede controlar, bien sabe que está perdido. Bien sabe que ella se apoderó de él.
Recurre al olvido, pero cuando cierra sus ojos la vuelve a ver. Desnuda sobre él moviéndose, toca sus pechos, baja por sus caderas. Besa su cuello y acaricia su espalda porque sabe que es la última vez.
Abre sus ojos, y ahí está.
Acostada a su lado, lo toma de las mejillas y se duerme con el sonido de un "te quiero".

Volver.

Caminando por la ciudad, recorriendo las esquinas. Árboles desnudos, algo les falta. Se siente un frío que recorre nuestros pelos, y ese viento que nos empuja a quién sabe donde.Calles de adoquines, pinturas sin cuerpos fijos. De la manos las parejas, y los amigos con sus cervezas. A mi sombra se la lleva el pasar de los automóviles, me alejo de mí. Los bares que ofrecen mucho que ver, a veces también algo que beber. La luna se posa sobre miradas sombrías que claman por la charla matutina. Veo caer gotas, manchan la pintoresca ciudad.
La lluvia y el recuerdo se unen, creando sentimientos melancólicos que alguna vez soñé. Corriendo por debajo de los techos un charco me reflea y pienso "¿soy yo a quién veo?". Sigo caminando mientras mi cuerpo se humedece, me azota el otoño. El frío golpea mi pecho, como la última vez que pude verte.
Sensaciones recurrentes, el temblor que provoca el frío y el abandono. No llego a destino, si es que lo tengo. Juego con los caminos, no sé bien lo que quiero. Caminar me ayuda a pensar, vuelvo a los adoquines, vuelvo a las sombras, regreso a los árboles desnudos pero también regreso a vos.

Somos.

Puedo sentir desde lejos tu respiración,
los sonidos que hace tu cuerpo,
me deslizo suavemente hacía vos.

En la noche, semi oscura
recuerdo tu mirada,
al grito de "te quiero".

Me pierdo en las curvas de tus labios,
viajo esquivando tu sonrisa,
viajo concentrándome en vos.

Pienso en el día que nos espera,
alejarme de vos,
y la espera.

¿Cuándo nos volveremos a ver?
¿Cuándo el sol se posará en vos?
¿Cuándo seremos uno otra vez?

Te siento acá, dentro mío,
mi cuerpo late sin parar,
cierro los ojos y te veo.

miércoles, 24 de agosto de 2016

El hombre de los veinte y cinco veranos.

Un poco resignado por el mundo va aquel hombre de los veinte y cinco veranos.
Contempla el alba, ya que escucha el cantar de los pájaros que acampañan dicho espectáculo. Sueña con ser libre, aunque piensa -suele dudarlo pero recae en su sentir- que libre ya es, entonces piensa "¿prisionero de qué?". Sus mañanas con un mate, y la música que lo caracteriza. No se sabe si lo han visto enamorado, ya que el amor para él son muchas cosas. Algunos piensan que está enamorado de la vida, pero esta teoría fue desecha por una jovencita que proclamó estar enamorada de él porque él es vida; "si vos sos vida, o la carne de la vida ¿cómo podrías estar enamorado de vos mismo sin saberlo?". Otros piensan que le rompieron el corazón tantas veces que no diferencia entre amor y encanto. Sus veinte y cinco veranos pasaron muy rápidos, no creyó toparse con la vida.
Éste tiene una sensibilidad característica, gusta de la sabiduría pero es un alma que necesita cobijo. Suele encontrarse con él mismo entre tragos y desvelos, pero sabe bien que su desvelo es otro. Niega y rechaza al amor, niega el desafío de arriesgar lo poco que tiene, niega en apostar su libertad. Gusta de los besos en mate amargo, y de las noches de sexo interminables. No puede sacarse el sabor de a última mujer, de quién se enamoró -y ésta a su vez cree que él es su perdición- pero sus veranos encima no dejan que pueda salir a volar. Creyó no caer en esa trampa, pero nunca se dio cuenta de donde estaba. Quiso huir, pero encontró en ésta joven una mujer decidida. Se acobijó en sus pechos, desnudó su alma. Un grito retumba por su cabeza, es la inseguridad quien golpea su puerta mientras la joven calla y sufre, llora y ama. ¿Cuándo éste se decidirá a confesar su realidad o tormento? Algo que no sabían ambos era que dos cosas los unían, el amor y el destino, que son muy cercanos y que juegan con las vidas.
La inseguridad de ambos los limitaba, y un verano más se acercaba.
La noche los invitaba a ser felices, la distancia los separa.
La vida quiere animarlos a unirse, el destino los aleja.
El tiempo está de su lado, los veranos son cortos ésta vez.
Su historia es poca, pero queda mucho por escribir.
Ellos están enamorados de la vida, con sus miedos. Pero hay algo que no saben, que ellos son vida.

La búsqueda.

Camina, pero sin los pies. Da muchas vueltas sobre sí misma, se reconoce. Va desde la punta del cabello más fino, bajando por las orejas con fuerza hasta los párpados de los ojos. Se desliza como en un tobogán por su nariz y cae en la boca. Siente que está en un mar de sabores, pero sólo sabe que está conociendo su lengua. De la boca va hacía el cuello y un poco traviesa corre de un hombro a otro. Choca con las claviculas, muy finas. Se dirige a sus pechos, salta sobre sus pezones. Entre salto y salto termina en su obligo para de allí correr a su mano izquierda. Va trotando sobre sus dedos y sube corriendo velozmente por su brazo, vuelve a bajar, vueve a trotar por sus dedos y cae nuevamente en su ombigo. Baja por su panza hasta su vagina, la conoce. Entre por los labios mayores y juega con su clítoris, la enloquece. Sale y se va deslizando por sus piernas hasta las rodillas, juega con sus cosquillas. Reconoce el fin del recorrido bajando por sus piernas. Llega a sus pies y toca como teclas de piano sus dedos.
Se estremece, se ha recorrido toda pero aún así no se conoce.
Quizás su cuerpo no defina quien es, pero sabe que es suyo, aún así ansía tocar otro cuerpo.
¿Su excusa? Quiere buscarse bajo la piel de otra alma.

martes, 26 de julio de 2016

Con la memoria bien puesta.

Descamisados de Evita y de Guevara...

Hoy 26 de julio de 2016 se me revuelven muchísimas cosas en el corazón, puesto que es día de efemérides.
Vuelvo a escribir quizás en busca de algo de consuelo ya que en tiempos de neoliberalismo foráneo y abrupto, uno/a recurre a estos lugares en los que deja pedazos de alma.

Y fue un dia como hoy, al anochecer que te fuiste. ¡Maldito cáncer que te arrancó de las manos de los trabajadores! ¡Malditos quienes con firmeza y odio escribieron "¡Qué viva el cáncer!" en las paredes de nuestro Buenos Aires. El sentimiendo de las mayorías se expresaba, contundente. Filas de quiénes te lloraban, quiénes buscaban consuelo en quienes no habían sido nadie y gracias a tu lucha y convicción fueron alguien en esta vida. Estabas destinada -creo yo- a la grandeza, y siempre supiste que eras Peronista.
Y nos dejaste el alma en pena cuando rehusaste al cargo de Vicepresidente, pero nos devolviste la lucha cuando pronunciaste; "Renuncio a los honores pero no a la lucha". ¡Y ojo! No lo dijiste una vez, en tus casi ocho años dentro del Peronismo, siempre supiste interpelar a las minorías, aquellas que se convirtieron en mayorías gracias a tu ala de lucha, esa fé que movió montañas y que hoy en día en el campo popular sigue moviendo cuerpos y corazones. Abanderada del pueblo, así te llaman muchos.
Quiénes alzaron tu nombre en modo de victoria sólo serán quienes te lleven en su espíritu en serio, y sin quiénes son capaces de volver a hacer un 17 de octubre, vos lo dijiste; los verdaderos peronistas.
A mi, mujer de izquierda de nacimiento y Peronista de alma, me costó creer que iba a idolatrar a una mujer de tal manera. María Eva Duarte de Perón, mujer fuerte y decidida, te viniste de tu provincia a la gran Capital no a buscar fortuna si no tus sueños. Demostraste que el arte, en la radio y teatro no te eran poca cosa para saber la causa de tu pueblo. Luchaste, también, contra ese sector misógino que te quiso convertir en una mala palabra. ¡Malditos esos hijos de puta que te quisieron muerta! Nunca le temí a la oligarquía y fue gracias a vos, nunca le temeré a los Buitres y es gracias a vos.
Eva, Evita, como decidieron ellos, los Descamisados, hoy es otro año de que te fuiste pero no nos abandonaste si no que la vida decidió arrancarte físicamente.
Cuando elegí ser Evita sé que elegí el camino de mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie sino el pueblo me llama Evita.

26 de julio de 1953, aires de lucha, se huele la pólvora que cae en los dedos pulidos. Mujeres y hombres armados y listos para atacar, sin hambre o sí con hambre de lucha por la liberación de su pueblo.
Ronda un hombre delgado con una barba prominente, le decían Fidel si no me equivoco. Quien lideró la causa misma por derrotar a Batista, a quien la historia lo absolvió.
Los preparativos fueron en secreto, reunidos para que nadie supiese lo que tramaban, para que nadie pudiese oler que la Revolución olía a jazmín con tintes de pólvora.
"Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertado o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad."
Palabras de Fidel previo al asalto del Cuartel de Moncada.
 En la madrugada de ese día, 135 combatientes, vestidos con uniformes del Ejército y dirigidos por Fidel, precisaban el plan de ataque. Se organizaron en tres grupos, el primero de los cuales, con Fidel al frente, atacaría la fortaleza. Los otros dos grupos, mandados respectivamente por Abel Santamaría —segundo jefe del movimiento— y Raúl Castro, tratarían de tomar dos importantes edificios contiguos al cuartel: el Hospital Civil, donde se atendería a los heridos, y el Palacio de Justicia, donde radicaba la Audiencia, desde cuya azotea apoyarían la acción principal.

De los 135 revolucionarios, 131 dieron el paso al frente. Los cuatro arrepentidos recibieron la orden de regresar a sus puntos de origen, y poco después de las 4:00 de la madrugada, todos comenzaron a salir en los autos hacia Santiago. Los grupos dirigidos por Abel y Raúl cumplieron su objetivo: la toma del Hospital Civil y la Audiencia. El grupo principal, dirigido por Fidel, llegó según lo previsto hasta una de las postas, la No. 3, la desarmó y traspuso la garita. Pero una patrulla de recorrido que llegó inesperadamente, y un sargento que apareció de improviso por una calle lateral, provocaron un tiroteo prematuro que alertó a la tropa y permitió que se movilizara rápidamente el campamento. La sorpresa, factor decisivo del éxito, no se había logrado. La lucha se entabló fuera del cuartel y se prolongó en un combate de posiciones.
Los asaltantes se hallaban en total desventaja frente a un enemigo superior en armas y en hombres, atrincherado dentro de aquella fortaleza. Otro elemento adverso, también accidental, fue que los atacantes no pudieron contar con varios automóviles donde iban las mejores armas, pues sus ocupantes se extraviaron antes de llegar al Moncada en una ciudad que no conocían. Comprendiendo que continuar la lucha en esas condiciones era un suicidio colectivo, Fidel ordenó la retirada.
Al mismo tiempo que esto ocurría en Santiago, 28 revolucionarios asaltaban al cuartel de Bayamo, operación que también fracasó.

 El fracaso del Asalto al Cuartel de Moncada no hizo desaparecer las esperanzas de liberación, si no que la derrota de ese hecho produjo que los revolucionarios estén convencidos de lo que estaban haciendo.
Revolucionario se nace, no se hace. Con la memoria bien puesta.

sábado, 18 de junio de 2016

Mujer.

Igual que todos ellos,
pero con diferentes derechos,
si es que a eso llamamos derechos
nos matan
nos queman
nos violan
nos denigran
nos insultan
nos quieren sublevar
curvas infinitas
sonrisas de lucha
esperanzas del cuerpo
Somos esa espina que quieren sacar,
somos las molestias de las que no están
somos los cuerpos que pueden camnar
somos la semilla que quieren extirpar.
Peleas de generaciones,
disputas de naciones,
conflictos internos,
políticas sin consenso
¿quiénes somos?
¿de qué les servimos?
Máquinas reproductoras,
maquinas creadoras,
máquinas educativas,
quien te cría, quien te viste,
quien te baña, quien te aliemta.
Quien calla.
¿Calla o se mata a gritos por dentro?
Somos las que pudieron votar,
quienes no permiten más en sus cuerpos,
quienes ponemos nuestros límites,
estamos con la lucha obrera
¡porque obreras somos también!
Caminar sin miedo esuna aventura,
y ni hablar si pudiste hacerlo,
es una travesía vivir,
no sabés si vivís o moris.
Si tenés concha te persiguen,
porque para eso estás; para perseguir.
Porque tus tetas son aparte,
y tu culo es para "romperlo".
Porque tu cabeza se separa de lo demás,
por eso cuando cojas mejor callá .
Cuando tus orgasmos no llegan,
no interesa.
Cuando tus lágrimas pesan,
es natural.
Cuando todo te molesta,
mejor dejame, estoy conchuda.
Cuando querés gritar,
mejor callá ojo con lo que te pueda pasar.

Somos la semilla que crece, y se plantó hace tiempo.
Somos las hijas de las obreras asesinadas.
Somos las hijas de todos los orgasmos fallidos.
Somos las vidas mutiladas.
Somos las conchas que duelen.
Somos el miedo que lucha, por ser alegría.
Somos la naturaleza que no naturaliza, porque la violencia no es amor,
porque el miedo no es normal,
porque el asesinato está mal,
porque mi pollera no es demasiado corta,
y tengo sexo con quien quiero,
y soy hetero o lesbiana,
porque me acuesto como quiero,
porque no necesito el permido de nadie.
Somos las nietas de las brujas que no puedieron quemar.
Somos lucha.

Traga-luz

Como el sol que se posa,
e ilumina la morada
dulce sol de enero
que cae en el desvelo
como esa sonrisa
que iluminada se ve
como el adiós triste,
ese que se llevó el alba

¿cuánto ha de esperar?

Cuando amanece, cuando apareces
cuando todo parece de color,
y quizás no,
entre parpadeos te miro,
entre palabreríos te busco.
cuando la luz se asomó,
pero se la tragó

lunes, 16 de mayo de 2016

¿Me leerás? Te extraño, te pienso a casa minuto, te sueño cada noche o antes de dormir, imagino tu brazo cercando mi cuerpo. Quiero decirte, donde sea que estés, que desde que te conocí que no pude volver a mirarte otra vez. La primera vez que te ví, pregunté por vos, me diste curiosidad.
Me costó, me cuesta esto. Lo tomo como una despedida, quizás nunca lo sepas o sí, quizás te estés enterando que te quiero dejar, que quiero soltarte, que no quiero molestar más, quiero borrar tu imagen divina de ese altar que cree, de esos sueños que realicé, te quiero dejar.
Me duele, abandonarte. Siento que te di mucho de mí y hasta fingí con ser alguien que no era; feliz.
Quiero pedirte perdón por no seguir, pero se me hace difícil todo esto, no sé enamorarme.
Quiero que sepas que desde que posé mis ojos en vos, nunca más volvieron a mirar de la misma manera, siempre estuviste ahí, entre mis párpados sin dejar que pudiese dormir. Siempre estuviste en mi garganta, intentando salir para poder decirte todas mis verdades, cotarte las vecesque escribí sobre vos, que me enrollaste en esto... No te culpo, para nada.
Quiero contarte de mis sueños, de mis ganas de hacer, de reirme, de escucharte, de poder verte...
Quiero despedirme, dejar esto, caminar hacía otro lado pero no puedo hacerlo si no sabés todo lo que me pasa, pero no quiero arriesgarme a que lo sepas y que no me veas igual.
Tengo miedo, pedorná la cobardía.
Sólo te quiero.

Paloma

Caminé, en bajada. Alarmada por ese camino, no sé si estaba en San Telmo o La Boca, o algun barriecito de Uruguay, de esos que sus adoquines además de guardar agua de lluvia guardan viejos tangos lejanos.
Bajé, tranquila. Me sumergí en la calle, respiré el lugar, me hundí en su color. Las hojas secas, naranjas y coloradas, adornan el camino, los árboles me bañan con su lluvia de éstas que dan algo de vida a mi andar.
De lejos, pude ver el rocío en el pasto, de las viejas casonas que aún se adornan con su patio delantero.
Seuí caminado, la calle se hacía angosta. Iba metiéndome más adentro, casi sin respirar pude observar una puerta, chiquita. La abrí, dudando de mi destino. La oscuridad y la luz, como amigas en un abrir y cerrar de ojos se saludan y se van.
La luz, quedó. Pasé a un parque, sin color, blanco y negro era el matiz. No caían hojas, no existía la brisa, no adornaba más que la nada y ese sentimiento a dolor que embaraza. Un camino que se divide, dos manos que se separan, un lugar que pasa a ser uno solo, y sí, sólo quedó.
Un abrazo que no termina, como si tuviesen toda una después de aquello, o no. No tenían nada más que recordar que se amaban o que se odiaron alguna vez, que los consumió la vida o la vida los absorvió.
Una danza sin bailarín, vestido como tal llora en un banco, anhelando ser lo que no es, pues, sin piernas no se puede danzar, como sin manos no se puede escribir.
Un abuelo y su nieta, de la mano, caminando sin destino fijo. Ella, juntando pétalos de flores. Él observando la vida pasar, la niña era la vida, él su observador. Y es en eso, que su sombrero vuela, se convierte en paloma, se libera o su cabeza se libera, y es en eso que se acerca...
Y en eso, que se desvanece por puro azar o por qué quizás, la libertad se acercó a mí, me rozó y me dio la espalda.
Una mañana desperté, sin saber qué había pasado. Busqué lavarme el rostro con el poco agua que salía de la canila, caía suavemente y se deslizaba sobre mis manos pero éstas no sentían tal danza del mismo.
Asustada, intenté abrazar su recuerdo, pero entendí que no poseía ninguno para cuidarme a mí y mi alma -que al fin y al cabo sufría en silencio- me acobijé en la memoria, en eso que no se toca pero sí, nos toca.
Temí, por mí y mi cordura. Tuve miedo, de azar a mi suerte y creen en el destino. Quise tener culpa.
Atiné a abandonar cada secuela que dejó su aroma, tendida, a sus pies me rendí.
Decidí no correr, había caído de un sueño hermoso, o confuso. Quizás la confusión sea la duda, y esa duda nos asombre o nos convenza de que si estamos solos(as) estamos mejor, o no, es la duda a la compañía.
¿Y si arriesgo? ¿Qué pierdo? ¿La dignidad? Corro a la cama, intento llorar.
Esos intentos forzosos de sufrimiento para no afrontar lo que pasa, lo que me pasa ¿lo que nos pasa?
Temo, por irme con él.
Temo, por dejar ir una parte con él.

sábado, 30 de abril de 2016

Y es que te vi.

Quiera verte, para no olvidarte jamás.
Quisierta oirte, para grabar tus versos.
Quisiera tocarte, para sentir tu alma,
como la vez que fudí mis labios en los tuyos.

Y es que no consigo dormir,
ya que te veo entre mis párpados.
Y es que no consigo suspirar,
ya que tu beso me dejó sin aliento.

Quizá encuentre en una foto el recuerdo,
el más divino para guardarlo conmigo.
Y es que no puedo olvidar,
la tarde de enero en que te ví.



martes, 19 de abril de 2016

Nos volvemos a encontrar.

Otra vez nos vemos.
Otra vez nos abrazamos.
Otra vez nos recordamos.
Otra ve nos reímos.
Otra vez cantamos.
Otra vez soñamos.

Y estamos acá, a punto de caminar. Saliendo, paso a paso, codo a codo. Nos conocemos poco o quizás mucho más de lo que pensamos pero al fin y al cabo estamos todos y todas unidos y unidas por algo común porque si la injusticia se acerca le haremos saber que acá estamos.
Y nos encontramos por el avance de la crueldad que excluye a los desprotegidos.
Y nos juntamos porque queremos cambiar el mundo antes de que el mundo nos cambie.
Y nos abrazamos porque el calor humano nos hace más fuertes en esta lucha eterna.
Y nos reímos porque no podemos vivir sin alegría, sino nuestras almas no viven.
Y cantamos porque expresamos nuestros sueños en versitos, con algo de sonido.
Y soñamos porque quizá, en lo más recondito del universo, o de nuestras mentes sabemos que si no soñamos, si no cantamos, si no reimos, si no nos abrazamos, si no nos juntamos o si no nos hubiesemos encontrado... no estaríamos luchando.

viernes, 4 de marzo de 2016

Última cuenta regresiva del arte de volar.

Mi último año en la secundaria.
Ese lugar donde florecen los sueños, donde comienzan los proyectos, donde quizá nos atacan las dudas pero nos ponen en órbita las certezas. Últimos meses en el lugar donde de a poquito me fui descubriendo como militante, como estudiante y hasta como persona, donde nacieron mis esperanzas y donde los contenidos que fui adquiriendo no solo se aislaron en las materias curriculares de la orientción en la que estoy (Letras) sino que fue mucho más allá.Me causa algo de resquemor pensar en que fui creando un lugar a mi manera, donde conozco por completo cada rincón, donde me adueñé de momentos, de días, de lugares...
Me genera algo de tristeza saber que el último año que transito por el establecimiento, me causa sensaciones encontradas pensar en los últimos puchos a fumar antes de entrar, la formación, el saludar a mis compañeros y compañeras con un abrazo o una simple cara de enojo al saber que es lunes y uno está despierto desde temprano para quién sabe con que se va a encontrar dentro del curso. Saudar a preceptores que te conocen desde que eras más chico, desde que no tenías idea de la manera en que se manejaba ese mundo y ahora pensar que sos parte de todo y ese todo sos vos.
Recuerdo mi primer día, con trece años o a días de cumplir, no conocía a nadie  algunos tenían sus amistades hechas o se conocían de los cursos de ingreso. Había caído en a nada misma, mis viejos mirándome, no podía despegarme. Me sentía algo sola, no entendía el mundo ni su estrcutura (de hecho sigo sin hacerlo, quizá lo entienda menos ahora) no creia poder realizar una amistad o al menos un saludo con algún extraño. Todo se fue dando a su tiempo, las primeras personas con las que hablé, a quiénes les pasé mi número, con quiénes compartí un recreo o ya saludaba, ya me conocían y yo a ellos y ellas. Después fui siendo más, me interesaba la movida social, el Centro de Esudiantes; ese lugar en el que crecí mucho más -y sigo haciéndolo- donde empecé a cuestionar y empezar a creer en una esperanza; en algo por qué luchar.
Todo se fue dando, los años fueron pasando demasiado rápido, me fui dando más preguntas que respuestas y a veces ya no tenía que preguntar entonces buscaba algo en qué disernir para poder preguntar el por qué de las mismas.
Siempre fui jodida, me gusta la discusión. Me fascina el hecho de sentarse a hablar de por qué vemos al sol de color amarillo o por qué no podemos volar o si realmente Perón fue un conductor de masas organizadas.
Desde piba me gustó ser líder, representar a quiénes tienen voz pero no se hacen oír. Mi primer pasito para eso fue ser delegada del curso, cuando no me escuchaban me ponía a gritar golpeando borradores y exigiendo a mis compañeros y compañeras que se callaran, que el mundo estaba cayendo, que la educación se nos iba de la mano y que dejen de ser irrespetuosos porque los iba a golpear (también era patotera).
Después iba por más, metiéndome en agrupaciones independientes de partidos poíticos que siempre tenían una línea marcada que no entendía pero me iba informando para saber donde estaba parada. De a poco peleaba puestos, ya no era delegada sino estaba en alguna secretaría, ya me hacía cargo de algún taller en alguna jornada o hasta hablaba en alguna asamblea.
Me cuesta creer que de a poco se va yendo esa etapa, esos mates en invierno, esa guitrreadas a la salida, ir a comer una pizza para después ir a educación física a correr una hora o fumarme un porro antes de entrar.
Me siento rara al saber que me voy despegando de esta etapa y que voy entrando a otra, un poco más díficil o un poco más fácil ¿quién sabe? Es una mezcla de sensaciones que me revuelven el estómago, pero que cado de esos temores termina en un proyecto. Estos cinco años fueron de los mejores, o de los más fructíferos, no podría describir todo lo que crecí, todo lo que uno vive dentro y como conecta el afuera haciendo que sea más grande, haciendo que todo tenga algo de sentido alguna vez.
Es real cuando se habla de que el secundario es un mundo aparte, un poco alejado de todo y que a veces su movimiento trabaja sólo, pero es imposible no pensar que es un mundo grande y lleno de promesas y desafíos.
"Poder decir adiós es crecer", se vienen mis últimos meses allá, donde todo lo que soy -y lo que me falta por conocer de mí- también se queda ahí, como mis gritos al viento de: "Compañeros" en el pasillo del segundo piso del edificio nuevo en medio de una asamblea, o a las corridas en alguna actividad, o las reuniones burocráticas con autoridades que no llegaban a nada más que a ver que algunos adultos se olvidaron de lo que es la vida, de las veces que me bocharon de éxamenes y la suerte que tuve de aprobar algunos.
Nunca fui una buen estudiante, no me gustan las exactas, soy de lo social (como todo militante creo yo). Me gusta leer y debatir sobre textos, me gusta ir más allá , hacía lo que no podemos tocar pero si sentir. Lo que no sé si este arte de volar me gusta quizá por comodida o por miedo... y miedo de qué es la pregunta ¿no?
Debe ser que tengo miedo de seguir llenándome de preguntas antes que de respuestas, ese miedo a crecer y que mi cabeza explote de tanto qué preguntar y tanto que charlar.
No sé que más decir, estoy medio nostalgica.
Me duele un poquito el alma, crece a esperanza quizá ¿no?

jueves, 11 de febrero de 2016

¡Mamá yo quiero conquistar al planeta!

¡Mamá yo quiero conquistar al planeta!
Quiero vestirme de la naturaleza,
quiero despertar en el pasto,
quiero reirle al llanto.

¡Mamá yo quiero conquistar la brisa!
Quiero dormirme en una nube,
que me sacuda su sonrisa,
quiero volar sin prisa.

¡Mamá yo quiero conquistar el agua!
Quiero nadar en el río,
que todo el mundo sea amigo,
¡que no haya enemigos!

¡Mamá yo quiero ser poeta!
Quiero trasladar mis amarguras,
a una hoja de papel
y que el mundo vea lo que transformé.

Los descalzos.

Quienes comparten su pan en sus mañanas.
Quienes buscar el sol en la nubosidad.
Quienes cantan las alegrías, y luchan por la felicidad.
Quienes se levantan soñando, y duermen igual.
Quienes sueñan despiertos, y caminan sin parar.
Quienes no confunden sus tristezas, y para delante van.
Quienes pelean por el trabajo, y por la dignidad.
Quienes han de darte una mano por una sonrisa no más.
Quienes no conocen la desiulusión, la esperanza es su guía.
Quienes idean noche y día.
Quienes no confunden sus metas, porque firmen van con ellxs.
Quienes la derrota va a vencer, porque si te caés ellos van a volver.
Justamente por eso, porque van a volver.
Hay miles de ellos,
trabajando
ayudando
acompañando
militando...
Ellos, los descalzos no conocen la derrota porque ganan todos los días mientras levantan muros y curan heridas, ellos; los descalzos no tienen pudor al meter los pies en el barro.
Ellos los descalzos; están a tu lado.

Letal.

Dulce licor que envenena,
calcina el alma de un trago
baja por la garganta
cae en el corazón

Aquella gota, letal
que aparenta atrapar,
que se esparce sin dudar,
que a la presa ha de tomar

Ataca donde puede,
controla al ingrato
lo seduce,
lo mata.

Pero éste no entendió
que este juego o perdió
porque no hay reglas
en el juego del amor.


jueves, 14 de enero de 2016

Juan sonrió,y todo fue de otro color.

Cruzaba la calle cuando lo vió, quizás no tanto porque no veía bien sólo una imagen medio brrosa que cada paso que daba se esclarecía y al final del camino era él.
Juan estaba parado, en medio de otras personas, medio pálido, medio sumiso, medio callado con una mirada prometedora del recuerdo de aquella vez pero la insignificancia que le provoca su estar y su juventud, plena y divina.
Ella temblaba, sonreía tímidamente, aunque un poco fría ocultaba la felicidad de verlo otra vez, esperando enredarse en una mirada en común, imaginándo lo que pasaría esta vez.
Llegó el saludo, con la mirada baja, pero el recuerdo les salía por los poros, al escucharse uno al otro se sumergían en ese sentimiento raro que es extrañar, pero a la vez la inseguridad de no saber qué es, si está bien o mal. La tarde era larga, la noche se adormecía sobre sus cabezas acoplandose a la masa de gente, a esa porción que los hacía uno solo en un espacio mítico.
No paró de mirarlo, sus ojos se hundían en él, la vida comenzaba en su cabello y terminaba en sus pies, sus brazos eran la ruta del destino, sus piernas del camino. Y el punto final, su boca, que le recordaba el más dulce sabor del licor que tiene ese doble filo, lo divino y lo amargo que juntos hacen un saber que estremese a cualquiera. Intentaba no mirar, porque cada segundo que pasaba observándolo era un segundo de muerte, lenta pero placentera que le provacaba el dolor de no tocarlo pero la satifacción de verlo.
Y murió,  no por los segundos cumplidos, no por pasar un minuto entero, no por la hora.
Murió cuando sonrió, y sus cenizas volaron para verlo mejor.
Me rindo...
A mi sueño
A vos
A tus besos que nunca fueron
A tus caricias que jamás llegaron
A los abrazos que esperé
Al delirió que comeí en creer
A la esperanza que creció
A ese mundo que convertí,
en los médanos de ilusiones
que alguna vez viví
Pero no,
me rindo a rendirme
porque si es así,
yo ya perdí.

martes, 12 de enero de 2016

Las mariposas cantan.

No veía nada, estaba todo oscuro, tenía os ojos cerrados para poder ver. Para encontrarse con ella, para entender el momento o no, en realidad no quería entenderlo ya que sabría que terminaría. Desde el pelo más largo de la cabeza hasta la punta de los pies sentía que le recorría el cuerpo una fuerza, muy grande y fuerte. Su cuerpo pertencía al suyo, tomándole el rostro, enredándolo en un leve abrazo, acariciando su cara...
Volaba, entre tantas casitas y gente parada, se veía desde arriba y sabía que algo pasaba.
Sentía, ese calor que necesitaba, que buscaba y lo encontró.
Sonreía entre suspiros, por dentro mariposas que cantaban y salían por todos los poros del cuerpo en donde pudiesen explotar, llenas de canciones para cantar.
No podía entender, ya que la felicidad del momento tan esperado y ansiado era más, el tiempo fue extenso pero todo pasó rápido a la vez...
Y ese beso le quedó
hasta el día siguiente
y mucho más