martes, 5 de diciembre de 2017

Métodos

Quien haya conocido la tristeza
ha evocado métodos de felicidad,
recordando los paraísos de la memoria
y allí; los primeros besos.

Quien haya conocido la angustia,
remitió a las viejas esperanzas
o buscó la pastilla del viaje
para subirse donde duerme la tranquilidad.

Quien haya conocido al miedo,
no tuvo más remedio
ni mejor opción que enfrentarlo,
ese ha sido el mejor método.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Profundidad

  La encontré. La busqué por todos los lugares que creé y mismo que sin pensarlo creía que encontraría. Tenía una tarea; y era observar la profundidad, contar algo con una imagen que pudiese estremecerme más que la pasión -que crecía en mí- por sacar fotos. Miré detalladamente las flores que comenzaban a azomar el cálido suelo, me acerqué a las aves más coloridas para envolverme en sus figuras y hasta me perdí en las siluetas de quienes se atrevían a caminar por los adoquines del barrio olvidado de zona sur de la Ciudad. Sin embargo, todos mis intentos -fallidos por mi corazonada- no me alcanzaban y lograban que mi garganta se secara y se hiciera un nudo por dentro que me dejaba estaqueado. No podía entender si lo que estaba intentando mostrar, dejaba perplejos a unos cuantos y a mí no lograba convencerme de nada.
Pasé días culpándome por no conformarme con los halagos de la mayoría -que por compasión o sinceridad- que me pedía más de mi trabajo. Me di cuenta que yo quería contar algo, una historia, una crónica, una narración o simplemente poder armar un párrafo. Ni siquiera, una palabra me bastaba para que me sintiera realizado con un trabajo que no concluía ni en un pensado orgasmo.
Entre copas de vino, anécdotas de amistades y mi vieja cámara lo logré. Los aullidos de las personas, las botellas que hacían sonar sus líquidos y el chistar de los dedos de la canción que sonaba fueron testigos de lo que logré encontrar. Miré por la cámara y enfoqué, apreté el botón y disparó. Miré nuevamente la cámara y sentía que un calor me subía por el cuerpo. La ví, profunda como el camino de un tren solo que no sabía su destino. Eran color café oscuro, casi negros. Detonaba firmeza y seguridad, sin embargo no podía sacarme de la mente si se llenaban de lágrimas y cuál sería la reacción de fotografíar tal espectáculo. Aún así, pude captar la profundidad de una mirada sin destino ni rumbo, solo mirando a un punto fijo que seguro sería el final pero su trayecto estaría plagado de pensamientos que no podría idear.  Esa noche me bastó para no olvidar esos ojos, y como se veía a través de ellos la copa de vino que había dejado en la mesa.

jueves, 19 de octubre de 2017

Alguien

Cierra el puño
con ira
con tristeza
con dolor

Alza la mano
con deseo
con fuerza
con algo de temor.

La garganta seca
se inunda de grito,
el puño cerrado
ardiendo se abre.

Abrazan los cuerpos
se queman por dentro,
gotean los ojos
como canillas abiertas.

Se abren las ventanas
en búsqueda de aires
de libertad
de libertad ardiendo

¿Cuál es nuestro precio?
Se unen los coros
de gritos enojados
de esos nadies que nadie buscó

martes, 17 de octubre de 2017

El estruendo inevitable.

Corren los pies sucios,
marginados a la espera
cientos de ellos cansados
hartos
esperanzados
acorazonados de que la lucha avanza
Los cabezitas se azoman,
las mujeres aplauden,
los niños y niñas revolotean cual pájaro en abril.
La primavera está plantada,
como los sueños de los abandonados
y florecerá si se unen como las raíces de los árboles.
Los cantitos se asemejan al viento,
las voces bien en alto se distinguen de la fachada.
Los negros.
Los Descamisados.
Los trabajadores.
Las trabajadoras.
Las hijas e hijos.
La Juventud.
Se agranda, se expande,
y rebalsa como gota en el vaso que no aguanta más.
Ya no dejan secar las hojas porque florecerá hasta que todo sea como lo soñaron.

17 de octubre.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Preguntas /3

¿Qué será lo que nos angustia?
¿Qué será lo que nos asombra?
Mirar al cielo te enceguece,
y la luna se esconde.

No miramos las paredes
ni aunque su fachada sea nueva,
ni aunque todo el mundo lo haga,
pero nos indigna la manera del reclamo.

Es imprescindible pensar en el amor,
nunca nos preguntamos qué es,
sabemos lo que es o algo así
¿sabemos lo que es realmente?

¿Qué explicación le damos a los sentimientos?
Paralizados, dentro una danza
no elegimos bailar pero lo hacemos igual
no elegimos sentir, pero luchamos igual

El reclamo más válido ha de ser
el que no estorbe y no se ve
¿qué conseguimos siendo invisibles?
¿criticarnos es visibilidad?

Cómo cerrar las puertas que no abrimos
pero buscamos la cerradura de nuestros muertos

Caverna

El hombre bebe. Toma un sorbo, traga y toma el vaso para volver a beber.
Se acomoda en un sillón, viejo y roto, pero sillón al fin. Se siente estorbado porque el quejumbroso ruido de afuera, la realidad golpea la ventana para ser oída, vista y sentida, aún así no da interés y prende el televisor. Ahí está, la realidad es la que ve por la pantalla.
El hombre observa, bebe, y observa. Toma su tiempo de ocio en elegir qué creer y aunque la vida lo afronte en cada paso que da, él sigue eligiendo qué mirar y creer. No hay quien le tape los ojos, ni obstruya su audición, solo hay quiénes le expliquen los hechos a conveniencia.
No hay hombres que pongan figuras enfrente de una luz y que su reflejo le muestre lo que tiene que ver, hoy él elige qué ver. El hombre sabe que no todo es como lo ve, sabe que existen historias confusas detrás de cada realidad que quizás no comprenda, pero su conformismo lo lleva a creerlas y quedarse inmóvil porque sabe que no si no se mueve no se sentirá engañado.
Vuelve a beber, se indigna, se entristece pero bebe. Piensa con el televisor, no con el estómago.
No hay quien le quite las vendas, la realidad lo absorbe en sus cuatro paredes húmedas y escasas de libertad. Él creó su propia caverna, su mundo interno que bloquea con las cortinas de su ventana.
Se escucha una bomba de estruendo, cantos de mujeres y hombres, algunos bombos desfilan por las calles de la ciudad y se dirigen a la plaza central. Colores y símbolos acompañan a la fachada de los edificios y se logra oler la comida desde los pisos más altos.
Es un día soleado y las calles se inundan de gente, sin embargo el hombre vislumbra por la pantalla que existen nuevos métodos para adelgazar.

sábado, 19 de agosto de 2017

Pequeños espacios

Convivir con el absurdo,
las paradojas de la vida,
el intento de fé
y de vivir creyendo.

¿Cómo puedo escupir en el pasado?
Contemplo las heridas viejas,
observo para experimentar
a ver si me vuelvo a equivocar.

Me arrastro entre las palabras,
las miradas que no dicen nada
los susurros se van callando
ya no parten de mí.

Jugando con aviones
creé la idea de volar,
jugando con autos
aprendí a chocar.

Me enseñaron a no mentir,
pero mintiendo viví mejor
y si no lo hice fue por miedo
descubrirme sería un error.

martes, 20 de junio de 2017

Verla

Temprano, corren las sábanas en un juego con mis pies. Firmes en el piso, movimientos rectos y curvos danzan por la casa en búsqueda del despertar. Telas gruesas en el cuerpo, lanas y demás. Cuesta abajo hacía planta baja llego a escuchar la pava que puso mi vieja, me hago un té y parto hacía mi destino. Vengo entre cantos en mi cabeza, entre esperanzas que so-matiza mi organismo y sigo. Llego. El abrazo de los compañeros y compañeras dentro de la Unidad Básica se combina con la yerba que tiene palos y el agua caliente de nuestro termo verde -y peligroso por sus chorros potentes que larga-. Siempre nadamos entre palabras, algún que otro chiste y miradas cómplices que buscan la misma idea de lo que será el transcurso del día, fructífero esperábamos.
Nos dirigimos al punto de concentración, esperamos a cientos de compañeros y compañeras para emprender -lo que luego de todo el recorrido- lo que llamamos "peregrinaje". Al juntarnos todas y todos, empezamos a caminar, subimos por la ruta que conecta a Barracas (barrio de CABA) con Avellaneda. Entre cantícos, pedidos, gritos, algún que otro abrazo de conocidos/as, un poco de esa discusión política que nunca falta y con la ansiedad de llegar a verla. Y sí, todo para verla y oírla.
Pensaba que peregrinaje es una palabra común en los vocablos eclesiásticos o de índole religiosa, sin embargo era algo parecido. Lo que conectan a la religión, el fútbol y los espacios políticos (o en sí el Peronismo) es eso, su gente. Las y los Peronistas sabemos de lo que somos capaces de hacer por ver a quien creemos lider nato de el Movimiento (más grande del occidente) que creemos nuestro y del que formamos parte. Es muy normal que no importa la distancia, el horario o el clima, cuando creemos que tenemos que estar; estamos. Y estuvimos, como solo nosotrxs sabemos estar.
Respetando una consigna clara, pero sabiendo que las banderas que llevamos en el pecho no se deshacen por lo llevarlas en la mano.
Al llegar a destino y con vagos intentos por ingresar donde se daría el reencuentro, con un grupo de compañeras y compañeros tomamos la decisión de sentarnos en el pasto y escucharla.
No podía parar de mirar a quiénes tocaban los bombos, esa mística característica. Y tampoco podía dejar de relojear a los grupos de militantes o familiares que se exhibían en ese espacio. Algunxs escuchaban por la radio, otrxs atentos a la pantalla, se abrazaban y hasta lagrimeaban juntxs. De algo estaba segura; unx no llora por un puesto, ni por la débil idea de una figura política, nosotrxs llorábamos porque lo sentíamos. Porque entre tantas diferencias entre todo el pueblo allí reunido siempre hay algo que une, y es la causa que tenemos por delante y el futuro que queremos para toda una masa poblacional y no nuestras individualidades que no son más ni menos que expresiones de tipo burguesas y sin empatía. Mientras la escuchaba podía sentir un leve resquemor y anhelo de volver a esos viejos recuerdos que alguna vez el presente disfrutó sin saberlo o hoy se quieren repetir, es muy usual ver la cara de otrxs tantxs y poder entender que el sentimiento es mutuo. Entre aplausos y dedos en V se pudo distinguir quiénes querían a este vano presente que no promete más que un futuro lleno de incertidumbres y temor más que esperanza.
Al finalizar. todxs lxs que estábamos viendo en una de las tres pantallas puestas por fuera del estadio, nos levantamos y comenzamos a cantar el himno, siempre con los dedos en V. Entre mates y cantitos se levanta la multitud a la que no le importó viajar no se sabe cuánto, caminar no se sabe cuánto y ni en qué condiciones. Esa multitud que un feriado va a escuchar cátedras políticas y no hundirse en el discurso vaciador de los medios hegemónicos de comunicación. Todo para verla a ella, que es esa esperanza de futuro que alguna vez nos construyó un presente más que valioso y duradero dentro de nuestros tiempos relativos. Quien logra convocar a toda una masa que no va para más ni menos que escuchar y de algún modo sentirse escuchado.

Ese es el valor que dejó el Peronismo, que el pueblo peronista siempre estará por encima de sus dirigentes y que éste elegirá a sus próximos. Que ese mismo pueblo es capas de marcar agenda a sus cuadros políticos, y es capas de siempre dar la batalla necesaria para sentar cabeza.


jueves, 1 de junio de 2017

Cómo se pueda.

Por la bombilla bajan las palabras
que nunca me atreví a decirte,
quizás sea el miedo o la vergüenza
o quizás el mate me quemó la lengua.

Agarro el mate de madera con fuerza
pensando que así tocaré tus labios,
solía ser el deseo de estremecerme
solía ser mi tibia mirada.

Nunca pude tener el agua a punto,
corrí por la vida perdiéndome
en malos tratos y promesas,
en cuentos y hazañas viejas.

Las suelas gastadas por el camino
los pasos que di se hicieron líneas
tan blanco se hizo el recorrido
que me enceguecí.

Por la memoria viajan hechos,
algunos que no recuerdo
otros que quisiera olvidar
y otros que no pienso contar.

Pude aprender a vivir con esto
con mis errores que me siguen,
cual sombra en una noche oscura
cual oscuridad a la soledad.

Agarro el mate, pongo la yerba
hundo la bombilla y cebo
nunca aprendí cómo hacerlo
pero lo hago, como puedo.




jueves, 13 de abril de 2017

Preguntas /2

¿Por qué lo eterno pasa en un minuto?
¿Por qué las hojas caídas refieren a un nuevo comienzo?
¿Por qué miramos más el suelo que el cielo?
¿Será por ver nuestros fracazos? ¿Y no así nuestras victorias?

¿Cómo sabemos que es el amor?
Y si de amor de trata, ¿si falta es odio?
¿Cómo calmo la ansiedad sin fumar un cigarro?
¿Cómo calmo el placer que me generan tus abrazos?

¿Cuántas veces amamos a los ojos sin tocarnos?
¿Cuántas veces nos caímos sin que no duela?
¿Cuántas veces abrazamos a las almohadas?
¿Cuántas veces me equivoqué?

¿Cuál será el olor de la esperanza?
¿Cuál será el color del agua?
¿Cuál será el sentimiento que describa tu piel?
¿Cuál es el sonido jamás escuchado?

¿Dónde dormiran los sueños?
¿Dóndo moriran las historias?
¿Dónde estarán los fantasmas de la memoria?
¿Dónde estarás esta noche?

Me llamaron loca.

Por no callar ante nunca,
por saber decir que no
porque me estremecí
porque supe emocionarme.

Porque soy una fanática,
porque me arde el pecho
mientras mi alma grita,
porque siento pasión.

Porque creo que puedo,
porque tengo esperanzas
que todo va a cambiar,
porque me empoderé.

Supe cortar las cadenas
sin dejarme marca alguna,
levantarme y dar pelea
aunque todo me frenara.

Construí mi fortaleza
en la que yo decido
que mi cuerpo
es solo mío.

La soledad como una amiga
porque estoy conmigo misma,
y que nada necesito
si no estoy bien conmigo.


domingo, 26 de marzo de 2017

Esa Plaza maldita.

Desde temprano se sienten los latidos de muchos corazones, pero solo escuché el mío. Mucha gente dirigiendose a un destino incierto -o sólo quizás yo no percibía cuál era- que en sus rostros se dislumbraba el apuro. Escuchaba el ruido, ese ruido de las suelas de los zapatos y zapatillas por el asfalto que quemaba al compás del movimiento de las nubes, de ese sol que apareció para iluminar nuestras caras sudadas a la espera de una -lo que nosotros pensábamos que era- larga jornada.
El tiempo pasaba y no nos movíamos, pero si llegaba a ver familias, carteles, camiones repletos de gente. Sentía la emoción de volver a un lugar que lo tomé por propio, por un sentimiento colectivo imposible de explicar pero sí de demostrar. Sentía que nos dirigíamos a nuestro hogar, el que siempre nos acobijó en nustras dudas más grandes y nuestros aciertos ásperos. El agua caía de nuestras cabezas, mis piernas temblaban y no hacía más que saltar de un lado al otro a la espera de comenzar el recorrido de las calles que muchas veces caminé pero pocas como ésta vez. Me preguntaba por qué, si siempre reconocí las mismas, y hasta las memoricé. Entre tanta pregunta entendí que había algo más profundo que sólo caminar un lunes por la tarde o un domingo por la mañana; estaba acompañada. Y no sólo en la caminata, sino en el sentimiento que nos provocaba nuestro destino, no importaba cuánto caminemos o el calor incesante que nos partía la piel o mismo si nuestras piernas nos pedían a gritos que pararamos... Ya nada importaba, era nuestra.
Ya escuchaba... los escuchaba, esos bombos que repicaban con nuestras gargantas, el parche golpeado por la masa y los platillos que se abrazaban al ritmo. En ronda iban quiénes danzaban, cantaban y se emocionaban. Era como un gran abrazo fraternal, era como volver a casa, era como estar en casa. Los cantitos iban a la par del día, del viento que se llevaba cada estrofa pronunciada y cada brillo en los ojos.
A lo lejos se veía. Nos acercábamos a Plaza de Mayo, la piel se me erizaba, el rayo del sol me partía los huesos y se me aceleraba el corazón.
"Soy parte" pensé. Soy parte de una historia que no terminó, que aunque aparezcan sombras el pasado oscuro, soy parte. Parte de muchas historias que nos hacen mover más que los pelos, que nos revuelve el alma y que nos sucumbe la memoria. Soy parte de esos pañuelos, de esas arrugas, de esas bocas que gritaron por la memoria. No pude evitar llorar cuando escuché el primer verso de "Dinosaurios" de Charly García, ni cuando vi pasar por enfrente de mis ojos a las Madres. No pude, juro que no pude. Me contuve y mis ojos explotaron al ver tanta majestuosidad. La gente no me dejaba ver la inmensidad del lugar, ya que la inmensidad era la gente. Miles de personas abrazando un espacio, siendo -al igual que yo- parte. Aunque intentaba salir de ese mar en el que me metí, no pude. Fue más fuerte que yo. Busqué consuelo en mis cercanos y todas las caras que vi se asemejaban a la mía; todas emocionadas por el momento que estábamos viviendo. Los bombos resonaban en mi cien, la vista se nublaba, la fuente se podía ver de lejos y sonrisas de niños debajo de sus aguas. Familias enteras con consignas bajo colores pintados con crayones o témperas. Las manos agarradas de los amantes y las lágrimas que pintaban el relieve en las pieles de los desconocidos. Al irme el panorama era el mismo, la salida era desgarradora. En silencio caminé las mismas cuadras y calles por las que vine, miradas encontradas y algún beso cálido en alguna mejilla.
Pude explicar con mi cuerpo -que a nadie le miente- lo que me estaba sucediendo. Y comprendí algo que nunca pensé; esa Plaza está maldita. La odian los que no sienten una causa como propia, los que no les hierbe la sangre ante una injusticia y quiénes no creen que conseguiremos la victoria. La desprecian porque guarda los retazos de la felicidad de aquellos que eran nadie y se convirtieron en todo, o se pusieron al hombro las grandes luchas de las que la historia (escrita por ganadores y vencedores) habla. La denigran porque no entienden lo que nos causa, porque mueve a miles y muchos nos morimos por tocarla ya que ésta ha tocado los corazones de tantos de nosotros y lo sigue haciendo. La sentimos como propia porque han querido borrarla, hacerla ver como una especie más en la arquitectura, como una muestra de años y no de hechos. Por la Plaza pasaron momentos históricos inolvidables, el viernes fue uno de esos.

Hace cuarenta y un años una viejas brujas locas la rodearon, les dijeron que se vayan; "circulen". Y ellas caminaron en círculos por la pirámide. Y cada año, cada mes, cada semana, cada jueves para ser precisa, lo volvieron a hacer. Y muchos -como yo- nos unimos a sus caminatas, por eso creo que está maldita. Porque no cualquiera puede pisarla y sentir lo que siento yo, no muchos pueden estremecerse ante ella y no cualquiera ablanda su corazón.
"Está increíblemente maldita, porque quien la pisa se quema con su fuego de lucha"me dije. Y pasarán los días, las semanas, los meses y mismo años, y seguirá así... maldita.

sábado, 11 de marzo de 2017

Preguntas /1

¿Qué me venís a decir, vos?
¿Qué me decís que no puedo?
¿Que soy muy chica?
¿Que ya estoy grande?

¡Ay, pero qué ironía che!
Qué rápido creciste,
qué rápido te adueñaste,
qué rapido te la creíste.

¿Qué me venís a hablar, cagón?
Si no sabés lo que es la pasión,
si le tenés miedo a tu sombra
si pedís permiso a mamita.

¿Qué me venís a retar por como me siento?
Si no cruzo las piernas,
si soy poco femenina
o si tengo pelos en la vagina.

¿Qué me hablás de respeto?
Si no te susurran al oído,
mientras te tocan el culo
y te tiran su número de teléfono.

¿Si soy la más puta del barrio?
¿Si soy una histérica por que digo que no?
¿Si me gusta la concha y el pito?
¿Si me gusta con los dos?

Pero qué ironía, Cachito
qué ironía tus tetas,
¡tapátelas, Cacho!
¿Qué van a pensar los niños?

Tapá esa boquita Feminista,
tapá esa concha subersiva,
tapá esas tetas rebeldes,
tapá ese espíritu de lucha.

viernes, 10 de marzo de 2017

Basura

Me siento basura,
siento como me ensucio
cómo mis manos se deslizan
cómo se me cae la ropa.

Me vuelvo a sentir basura,
con tu susurro me siento basura,
con tu chiflido me siento basura,
con tu morbo me siento basura.

Siento cómo te sentís poderoso,
el dueño de calle,
el rey de la selva,
el amo de mi cuerpo.

Cómo con la mirada vas eligiendo,
como si estuviese hecha para vos,
como si yo no tuviese elección
y ahí me vuelvo a sentir basura.

Me siento más basura,
no sos el único, ni el primero,
una orda de machos me asechan,
una orda de machos me atrapan.

Me siento basura pero no te culpo,
sos el macho argentino,
el respetable, eso sos,
el macho que cree lo que no es.

Me sigo sintiendo basura,
con tus "hermosa",
con tu cara alborotada
con tu boca sucia.

Me siento basura
al sentirme insegura.
Perdoname, no es con vos
pero me siento basura.

lunes, 23 de enero de 2017

Ideas /1

En algún lugar del mundo se haya un pueblo muy pequeño. Cerca de los valles, cerca de los ríos, también de los árboles y mismo de las lunas. Allí hace años que todos eran felices hasta que un día un niño cuestionó su felicidad, entonces dijo; "¿cómo sabemos que somos felices?"Ante la pregunta, su madre respondió: "No nos falta nada, tenemos el sol que nos protege y la luna que nos cobija. Los alimentos que cultivamos para poder sobrevivir, el río que nos baña y el cielo que nos mira. ¿Qué más necesitamos para ser felices?"
El niño no estaba convencido de la respuesta, sin embargo asintió con la cabeza y se fue. Pensativo, se replicaba una y otra vez su pregunta, había algo que no dejaba de resonar en su cabeza.
A la mañana siguiente se propone plantar una semilla que luego será un árbol. Lo que el niño no sabía es que los árboles tardan hasta años en crecer, que no sería una compañía fácil y que debería ser perseverante.
Durante un par de años permaneció allí, cuidando la semilla, viéndola crecer y hasta anotando los cambios que él iba observando. Pasó por emociones que varíaban, desde la ansiedad de querer verlo crecer más rápido hasta su frustración creyendo que jamás habría un cambio.
Hasta que un día el árbol creció, enorme y fuerte. El árbol era de lavanda, y se veían sus violetas brillas a costas el sol que relucía sobre sus pétalos. Y su aroma inundaba cada espacio del pequeño pueblo.
Y ahí entendió, pudo verlo con sus ojos ya crecidos, y sentirlo con su cuerpo que iba cambiando.
Anonadado entendió. Y anonadado fue a buscar a su madre.
-¡Ya lo sé, ya lo sé!- Dijo despavorido.
-¿Qué sabés, hijo mío?- Dijo su madre rápidamente ya que la invadían las ansias de saber de qué hablaba su hijo.
-¡Ya sé que soy feliz!- Dijo gritando.
-¿Y cómo lo haz logrado saber?- Dicealgo confundida.
-El árbol creció, y es hermoso. Pero costó, y sólo me preocupé porque creciera rápido sin importante qué clase de árbol sería, ni si tendría flores o aroma. Me concentré en buscar la felicidad rápidamente y ante cualquier cosa que sea fácil de conseguir. Y en el camino de su crecimiento, también crecí yo. Al ver crecer al árbol, percibir su aroma, ver sus flores y poder tocar su madera pude entenderlo. La felicidad es pasar por esos momentos donde no nos conocemos, pero sabemos que estamos acá.

La madre después de un silencio prolongado sonríe y dice; vos sos mi lavanda.

La felicidad

Y si me preguntás qué es,
y si no dormís por no saber,
puedo responderte sin saber
porque solo sé que siento.

Para mí la felicidad es así,
esos pequeños momentos
casi como pedazos viejos
como si se esfumaran en el viento.

Cuándo soñábamos a lo grande,
como si no alcanzáramos a tocarla.
como si fuese la utopía, ese túnel
como si nuestra vida fuese eso.

Y la felicidad es así;
los pequeños momentos de risa,
el mate caliente por las mañanas
y si se acompañan de lluvia mejor.

Son las mañanas que corren con la brisa,
el otoño y sus hojas que se parten,
junto con esa primavera que renace
mientras el verano que corre acelerado.

Es la música que nos encandila,
o una bella poesía de un libro
esa película que nos sensibiliza
o el aroma a recuerdo.

Pero siento el vacío, ese ingrato
El silencio que me acompaña
y la melancolía que me arrastra
¿es la soledad mi gran compañera?

Y recuerdo que no estoy sola,
que me encuentro conmigo misma,
así que si me preguntás, es eso
la felicidad es querernos.