lunes, 23 de enero de 2017

Ideas /1

En algún lugar del mundo se haya un pueblo muy pequeño. Cerca de los valles, cerca de los ríos, también de los árboles y mismo de las lunas. Allí hace años que todos eran felices hasta que un día un niño cuestionó su felicidad, entonces dijo; "¿cómo sabemos que somos felices?"Ante la pregunta, su madre respondió: "No nos falta nada, tenemos el sol que nos protege y la luna que nos cobija. Los alimentos que cultivamos para poder sobrevivir, el río que nos baña y el cielo que nos mira. ¿Qué más necesitamos para ser felices?"
El niño no estaba convencido de la respuesta, sin embargo asintió con la cabeza y se fue. Pensativo, se replicaba una y otra vez su pregunta, había algo que no dejaba de resonar en su cabeza.
A la mañana siguiente se propone plantar una semilla que luego será un árbol. Lo que el niño no sabía es que los árboles tardan hasta años en crecer, que no sería una compañía fácil y que debería ser perseverante.
Durante un par de años permaneció allí, cuidando la semilla, viéndola crecer y hasta anotando los cambios que él iba observando. Pasó por emociones que varíaban, desde la ansiedad de querer verlo crecer más rápido hasta su frustración creyendo que jamás habría un cambio.
Hasta que un día el árbol creció, enorme y fuerte. El árbol era de lavanda, y se veían sus violetas brillas a costas el sol que relucía sobre sus pétalos. Y su aroma inundaba cada espacio del pequeño pueblo.
Y ahí entendió, pudo verlo con sus ojos ya crecidos, y sentirlo con su cuerpo que iba cambiando.
Anonadado entendió. Y anonadado fue a buscar a su madre.
-¡Ya lo sé, ya lo sé!- Dijo despavorido.
-¿Qué sabés, hijo mío?- Dijo su madre rápidamente ya que la invadían las ansias de saber de qué hablaba su hijo.
-¡Ya sé que soy feliz!- Dijo gritando.
-¿Y cómo lo haz logrado saber?- Dicealgo confundida.
-El árbol creció, y es hermoso. Pero costó, y sólo me preocupé porque creciera rápido sin importante qué clase de árbol sería, ni si tendría flores o aroma. Me concentré en buscar la felicidad rápidamente y ante cualquier cosa que sea fácil de conseguir. Y en el camino de su crecimiento, también crecí yo. Al ver crecer al árbol, percibir su aroma, ver sus flores y poder tocar su madera pude entenderlo. La felicidad es pasar por esos momentos donde no nos conocemos, pero sabemos que estamos acá.

La madre después de un silencio prolongado sonríe y dice; vos sos mi lavanda.

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