viernes, 4 de septiembre de 2015

Catarsis número 1000.

Suelo empezar mis entradas de este tipo con un "estoy harta", y sí, efectivamente lo estoy.
Semiacostada en mi cama, pensando que puedo cambiar en mi vida, que giro puedo hacer, qué nuevas maneras de concretar proyectos, qué libros leer, o escapar de todo este caos, que para colmo creé yo.
Hoy, como casi todos los viernes de mi joven vida, fui a los que sería la cabina de quejas, donde está Julia para recibir las catarsis de los estudiantes (que seguramente la que más va, soy yo). Fui a contarle lo infeliz que es mi vida, lo monótona y aburrida, lo poco que aprendo, lo poco que entiendo de "formación" y para qué realmente sirve, lo que enoja y deprime mi curso y una serie de camada de profesores que me desmotivan y me hunden en una depresión que no creo lograr salir si todo sigue por el mismo camino.
Me hundo, me ahogo, no soporto más, quiero estar en otro lugar, siento que el espacio donde estoy me asfixia dejándome a la deriva. Puede ser la edad, puede ser que yo sea una histérica o puede ser que no soporte más este modelo de mundo, de sociedad, de personas, de hombre y mujeres y de una juventud (que veo reflejada hasta en mis amigas y amigos) que no quiere salir a hacer algo diferente, que la comodidad le gana el deseo, que prefieren ser plantas, que se estancan y que se pierden.
¿Cómo se puede ganarle a eso? ¿Cómo puedo seguir soportando estar en un lugar que no puedo estar? ¿Es histeria? ¿Estaré loca? Suelen decir que es la juventud, que después cambiás, que te convertís en una planta, que no se mueve, o peor en un ser humano sin vocación ni nada por que luchar, que te rendiste ante un sistema tan frío, que te abandona, que te deja y absorve ¿realmente es así? Entonces la juventud es maravillosa, porque tiene ánimos y energías, porque no se vende ni compra, y no, no es idiota, es soñadora. ¿Pero la juventud es así? No muchachxs ¿saben por qué? Porque la juventud no es el tiempo de la vida, sino es un estado del espíritu, me refiero, tanto joven sin ánimos de una vida diferente, ya incrustado en el odio y la obligación y siempre encontras a ese viejto simpático que te da una charla sobre su época y que quiere vivir esta como la de ayer ¿será que el mundo se volvió loco? Sí, un poco. Pero esos locos, los que salen a las calles con ganas de cambiar el mundo son los mismos que levantan banderas y salvan pueblos.
A lo que quiero ir es que no puedo obligar a un jóven a salvar el mundo, pero no logro entender porque no salvan el suyo, al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
Me abruma no poder ser feliz, me falta mucho por cambiar, imaginar y hacer.


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