viernes, 16 de octubre de 2015

Rocío.

Estuve pensando más de quince minutos como empezar con esta entrada, no escribía hace mucho, más de un mes siendo exacta. Pensaba mucho en todo lo que me está pasando; militancia, amigos y amigas, proyectos, Centro de Estudiantes, el amor, las dudas, las certezas, mi familia, mis vivencias, mis convicciones, etc.
Puse de título mi nombre porque quería hablar (o mejor contar mediante este escrito) lo que me está sucediendo y lo que pasa por mi cabeza. Podría empezar por la enumeración que le di a las cosas y/o situaciones que me están pasando o han pasado y repercuten en el día a día.
Empiezo por la militancia; ultimamente intento estar más en lo que concierne la participación física en mi militanca del día a día, más allá del obstáculo que es mi madre y mi familia en general, genero espacios y tiempo que si bien no suelen ser grandes, lo utilizo para estar porque al fin y al cabo como dijo un compañero de Descamisados; "la militacia es estar". Estoy autoincentivandome para generar más proyectos, para leer más, para abarcar más contenido y poder todos los días nutrirme con la polític del presenete sin olvidar el pasado y pensando en un futuro no muy lejano. A pesar de que tuve mis momentos de tristeza en los cuales no me sentía aún en la organización y sentía (y sigo sintiendo) que le doy poco, me esmero por estar más, por darle más a la organización porque no es sólo militar por la alegría, sino por el trabajo y lo que se debe conquistar, por los idelaes que tengo y por Perón, por Eva y por la patria.
Me duele aún no poder participar de muchas cosas porque no me dejan o por pensamientos necios y vaciadores, me enoja y hasta me deprime, me genera tal malestar que termino estando de mal humor porque aún, con mis diesciseis años no logran entender lo que es la política para mí, lo que quiero hacer ni que las vivencias, experiencias propias me nutren, me dan fundamentos con los cuales hablar y mismo fundamentar hechos. Es un balance que hago, que intento cambiar, que intento cambiar la realidad y formarme más, de construir mi lugar, porque no soy una más, soy motor de mucho de lo que pasa.
En cuanto a mis amistades, he tenido muchos problemas, aún no encuentro mi lugar, cuento con dos personas indispensables, detesto la escuela a la que voy, mis compañeros y compañeras aún no terminan de cerrarme del todo (y no tienen por qué) pero suele contraerme algunas molestias. Estoy algo inestable, no logro encontrar a un real espacio donde sienta un amor pleno y lleno de amistad, tengo muchas dudas y quizás ellos y ellas no sean el problema, lo soy yo. Mis dudas hacen que esté inestable por ende no puedo sentirme a gusto en muchos espacios, en síntesis no me siento cómoda todavía y eso me irrita.
Lo que incumbe mis proyectos; me siento frustrada. Siento que estoy tan triste que no puedo terminar un proyecto, que no temrino siquiera de comenzarlo y también que no tengo un apoyo potente que pueda darme seguridad de que la soledad no es mi única amiga. De la mano con la militancia estoy en un proceso de regeneración, quiero generar las ganas que murieron y ese potencial que sé que existe, que está ahí, escondido o que lo han escondido por tanto tiempo tras golpes y frustraciones, que lo han golpeado a más no poder hasta dejarlo ciego y sin poder ver el camino, que lo han lastimado, que lo han herido y lo que es pero, han dejado solo y sin cura.
El Centro de Estudiantes es mi gran aflicción hasta el día de hoy, creo que no ha existido ni el amor más grande que me haya hecho sufrir tanto. Si se ponen a pensar es algo abstracto, el Centro de Estudiantes es un nombre, un título que se le da a el grupo de personas que conforman estos espacios. Pero estas personan al fin y al cabo hacer al Centro, lo defiende o lo destruyen, lo hacen crecer o lo tiran abajo, lo mueven o lo estabilizan. Y yo soy un de las personas que más ha puesto de sí y por el Centro, ha defendido con uñas y dientes este espacio, ha dado su cuerpo y alma por generar espacios. Y me culpo, me culpo porque no salgan las actividades, por no poder llevar más de veinte o veinticinco personas a una marcha, por no poder hacer debatir a los compañeros y compañeras más chicos, porque no puedan sentirse dentro y vean al Centro de Estudiantes como pibes y pibas que se paren enfrente de ellos a contarle cosas que no los afecta o que no les interesa, y eso me duele. La militancia es el amor de mi vida, y lo llevo a cabo todos los días y existen los malditos traidores que sólo aparecen cuando las cosas están armadas y sólo para figurar, que no les interesa el bienestar de el estudiantado, que no les importa en lo más mínimo crecer políticamente sino que quieren que se estanque para aparecer en la campaña a decir "Un Centro para todos", "Votá caras nuevas" pero al final terminan diciendo que militan desde primer año o que vienen desde hace tiempo, pero yo fui quien armó más de seis reuniones de delegados, quién se ocupó de saber todo sobre las marchas e ir a la CEB (cuando iba) a llevar la voz del Normal, fui yo quien organizó como pudo, sola o acompañada, más de las cinco actividades que se hiceron y yo me enfrenté a las autoridades para defender los intereses de los y las estudiantes. Yo estuve cuando nadie más lo hizo y cuando a nadie le interesó o se preocupó.
Me irrita, me enoja, me enerva esos malditos traidores que sólo aparecen para la foto, que se creen grandes militantes y no tiene dos dedos de frente, malditos esos que te llaman compañero pero cuando te tienen que meter un puñal no dudan en hacerlo, porque esos son traidores, y a ellos no hay que tenerles perdón. Lucran con la fe de la juventud ¿pero ellos y ellas qué? ¿qué hicieron por cambiar las cosas? Nada, sólo se sentaron a criticar pero luego levantan banderas de la igualdad y equidad ¡malditos traidores! En fin, sigo dando mi vida para que no estrechen mi mano sino sigan con sus críticas vacías, pero les voy a decir algo:  mientras se sientan en sus sillas criticando al sistema desde sus celulares de más de veinte centímetros con cámaras inteligentes y hablando por Whats app, usando sus zapatillas de más de quinientos pesos y sus remeras de más de cien, yo milito. Milito con mis pertenencias, milito sin caretaje, milito construyendo otro mundo, milito mis ideales, en el día a día, en cada aula, en cada marcha, en mi casa, todo el tiempo, porque yo no miento, porque soy peronista, porque milito en Corriente Peronista Descamisados, porque milito en La Revuelta, porque milito en el Centro de Estudiantes del Normal 1, porque milito por Marias Eva Duarte de Perón y por Juan Domingo Perón, por ellos y por la patria libre y soberana.
El tema a tratar ahora es que me llena de tristeza; el amor. Es algo amplio, imagínensé que dentro de él está la militancia y mis amistades, pero más allá de eso, esto implica al compañero que perdí.
Ya nos habíamos perdido anteriormente, nos embarcamos en el mar más mentiroso y salvaje, entre mentiras, entre falsedad, y entre el amor que se iba perdiendo, que iba muriendo. Fue uno de los golpes más duros, porque era mi mejor amigo, mi hermano, mi compañero, mi novio. A quién quise como a nadie, por quien crecí y fui feliz ¿pero poder decir adiós es crecer? Creo que sí, creo que este es el final. Lo eliminé y bloqueé de todos lados, histeriqueé a más no poder ¿y todo por qué? Por el miedo a perderlo, tenía miedo de no volverlo a ver, de no volver a abrazarlo jamás, que no poder decirle lo mucho que lo amo y que nunca se vaya, que haría lo que fuese necesario para poder estar con él, para poder crecer juntos, que no me dejase ir, que peleara, que me hablara, que me buscara, que me abrazara, que me volviera a querer.
Pero todo esto es algo egoísta, no puedo obligar a que me quiera quien me dijo que ya no, que creció, que tiene a alguien más, que ya no es feliz (que nunca lo fue en realidad). Llegó el momento de crecer, de dejar de depender, de no extrañarlo ¿pero cómo puedo? ¿cómo puedo dejar ir a quién fue mi otra mano? No es fácil que de un día para el otro cambie tu vida, no puedo tomar decisiones que me afecten, pero sí puedo crecer y esto es parte del crecimiento.
Lo peor de todo esto es que soy joven, que tengo tanto por vivir. Llegué a la conclusión que quiero a alguien a mi lado, que no esté por encima ni por debajo, que esté codo a codo, luchando, que sea mi amigo, que sea mi hermano, que confíe en mí como yo en él, que no seamos una isla única sin puertos, que tengamos una vida sociable que contar, que existan otros temas que sólo el sexo, que exista una confianza y lealtad, que podamos mirarnos a los ojos y ver nuestras almas y no las mentiras y las dudas que nos generamos por falta de verdad. Quiero enamorarme, quiero estar de la mano en Plaza de Mayo, quiero militar y que me acompañe en mis proyectos como yo en los suyos, quiero a alguien que cuando me vaya que me espere y que cuando se vaya yo lo espere con los brazos abiertos, sólo eso; quiero un verdadero compañero.
Todo lo demás es producto de lo que pasa en el día a día en mi vida (exepto mi familia que no quiero hablar, no ha cambiado nada por ende no hay nada que contar), lo demás irá cambiando menos algo; mis convicciones.  Las mismas que mañana cumplen 70 años, las mismas que llevo todos los días de mi vida en mi lucha, las mismas que sufro y por las que me enorgullezco, si se dan cuenta no me quejo de eso, me quejo de la traición que me genero al herirme por traidores, por quienes no me queren y sólo me han utilizado pero sólo diré una cosa ¡no pasarán!
A todos y todas los que me quieren.
A los y las que gustan de verme mal.
Al compañero que vendrá a luchar junto a mí.
A la y el que me traicionó.
Sólo les digo; volví y soy millones.

Con mucho peronismo y amor, de parte de Rocío.
Quien escribe, quien sueña y quien lucha.
¡Venceremos!

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