sábado, 23 de mayo de 2015

Serena.

Intento soltar las sombras que me persiguen,
intento no escuchar esas voces que me inciden
no puedo escapar de éste laberinto, no tiene fin
no puedo agarrarme de las ramas de éste árbol.
No hay paz para mí.

Corro desesperada hacía el camino incierto,
el destino me tendrá algo preparado, o no,
sólo es un juego, sólo pierdo una vez más
tropiezo, caigo, el peso recae, una vez más.
No hay paz para mí.

El veneno del cerebro, baja hasta el vientre
fruto de la vida, del producto del amor,
las rosa marchitas que el pasado dejó
se funden en los ojos, la mirada se perdió.
No hay paz para mí.

La figura de tu cuerpo se desvanece,
no son mis manos quien las toca, ya no
perdí la gracia divina que tu boca me dejó
¿qué puedo pensar del amor?
No hay paz para mí.

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